La Medina es el corazón de la ciudad y el núcleo histórico y cultural de Túnez. Es un mundo aparte que, seguramente, muy poco tendrá que ver con el tuyo.
Fundada en el siglo VII, recorrer sus laberínticas calles, atravesando los distintos zocos que le dan su peculiar estructura, es una experiencia en la intervienen todos los sentidos. El punto de partida para descubrirla sin perderte "demasiado" es la Gran Mezquita, Jemaa az Zitouna , (mezquita del olivo). Desde casi cualquier punto de la ciudad se puede divisar su esbelto minarete de estilo andalusí. Es una de las pocas mezquitas a las que pueden entrar no musulmanes, así que aprovecha para asomarte (sólo tendrás acceso a una mínima parte). Verás el gran patio con doble arcada de arcos de medio punto sujetos por columnas procedentes de las ruinas romanas de Cartago (prueba de la amalgama de culturas que se reúnen en Túnez). Desde aquí, se llega a la impresionante sala de oración y a la valiosa biblioteca (no se visitan). El silencio y la espiritualidad empapan el ambiente. Puede visitarse de 08:00 a 12:00 todos los días excepto los viernes.
Alrededor
de la mezquita, la medina fue tomando forma a lo largo de los siglos. Las
distintas dinastías árabes y bereberes dejaron su impronta en forma de hermosos
palacios, mausoleos y medrasas (escuelas coránicas), sin olvidar la importante
presencia turca, cuyo monumento emblemático es la Mezquita de Youssef Dey, construida en 1616 y reconocible por su
minarete octogonal (seña del dominio otomano) (entrada no permitida a los no
musulmanes).
La
medina es un laberinto de pequeñas calles, pasadizos y casas aparentemente
sencillas, muchas de las cuales guardan maravillosos patios y jardines en su
interior. Es un inmenso zoco (enorme) con zonas bien diferenciadas que tus ojos
y tu olfato identificarán sin problema. Cada oficio, cada gremio, tiene su
propio zoco y pasarás de uno a otro sin darte apenas cuenta. El SouK el
Attarime es el de los perfumistas, uno de los más curiosos. Aceites, esencias,
aguas florales... también disfrutarás del SouK el Fekka con sus puestos de
frutos secos, pastas, dátiles y deliciosos dulces típicos del país; el SouK
Nahas, donde los artesanos trabajan incesantemente sus piezas de cobre, el zoco
de los orfebres, también llamado del oro, donde verás en sus tiendas y puestos
joyas de todo tipo, algunas realmente exageradas, destinadas en su mayoría a
las ceremonias previas al matrimonio (regalo de "pedida" para la
futura novia). Cada uno de estos zocos tiene su historia y su particularidad
por lo que irás saltando de uno a otro casi sin que tus sentidos dispongan del
tiempo necesario para asimilar tanto colorido, tantos aromas dispares y tantos
sonidos que crean una curiosa algarabía, difícil de escuchar en otro lugar.
Echa un vistazo por el Souq Trouk o zoco de los turcos. Es un pasaje cubierto
donde podrás encontrar un poco de todo: artículos de piel, alfombras y textil,
muebles, las imprescindibles babuchas. También puedes entrar en la antigua Casa
Ed Dar, que actualmente es una de las mejores tiendas de antigüedades de la
medina y que permite el acceso de sus clientes a su terraza, perfecta para
contemplar la vida de la medina a tus pies. El laberinto de calles, los
minaretes, las cúpulas blancas con sus azulejos verdes y toda la ebullición de
esta ciudad de "otro tiempo". También es muy curioso el zoco de los
artesanos que hacen las tradicionales chechias (el gorro tradicional tunecino,
mezcla del fez marroquí y de algo tan español como la boina). Verlos trabajar
es un placer.
Tampoco
puedes perderte el zoco de los libreros, porque en esta zona se concentran las
tres medrasas, o madrasas (escuelas coránicas) más importantes y a las que sí
podrás entrar ( no es una visita turística, sólo se permite el acceso.
Seguramente te pedirán un pequeño donativo y ¡ojo! hay mucho listo merodeando).
Todas son construcciones de los siglos XVI y XVII y están muy cerca unas de
otras. Visita la llamada medrasa de la Palmera, con su patio de aires andaluces
y sus columnas de mármol negro, la medrasa Bachya con sus magníficos arcos
decorados hasta el último milímetro con delicadas filigranas de yesería y la
madrasa Slimaniya, con sus característicos arcos que alternan dovelas en blanco
y negro. En algunas de ellas continúan enseñando el Corán a jóvenes musulmanes
de todo el mundo.
La Medina de Túnez fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979 por su valor
histórico y por los numerosos monumentos y edificios de interés que guarda en
su interior (alrededor de 700). Además de disfrutar recorriendo sus calles y
plazas tienes algunos lugares de especial interés que no puedes dejar de
incluir en tu visita, entre los que hay que destacar:
Tourbet el Bey. Es el enorme mausoleo de la
dinastía huseinita donde están enterrados príncipes, soberanos y ministros. Su
exterior es sobrio y discreto y en su interior llama la atención la distribución de las distintas tumbas, como
si no siguieran un orden aparente. Puede visitarse de lunes a sábado de 09:30 a
16:30. (Rue Tourbet el Bey s/n) (entrada 3 dinares).
Palacio Dar Ben
Abdallah. En esta
hermosa construcción, ejemplo de una típica casa tunecina del siglo XVII, se
encuentra el interesante Museo de Arte y Tradiciones Populares. Alrededor del
patio central, se distribuyen las distintas estancias, todas bellamente decoradas
con estucos y paneles de cerámica que merecen una mirada detenida. La
exposición del museo se centra por un lado en las costumbres familiares tunecinas y, por otro, en la vida en
comunidad. Podrás ver la indumentaria utilizada en las principales ceremonias
como el matrimonio, los juguetes tradicionales, el mobiliario que nunca falta
en una casa, las joyas, los curiosos utensilios de cocina... todo lo que forma
parte la vida diaria. La visita al museo te permitirá entender mejor muchas de
las costumbres tunecinas y la importancia de los distintos oficios. Puedes
recorrer sus salas de lunes a sábado de 09:30 a 16:30 (domingos cerrado).
Dar el Bey ( Palacio
del Bey). Fue la
residencia de los gobernadores locales durante el dominio del imperio turco. Se
encuentra en la zona alta de la medina, en la Plaza del Gobierno, también
llamada Plaza del Castillo. Para alcanzarla, tendrás que recorrer una de las
calles principales, la Rue de la Kasbah. Es un edificio del siglo XVIII,
residencia durante años del primer ministro tunecino. Muy cerca verás otro
palacio, uno de los más bonitos de toda
la medida, el Dar Hussein (en la
actualidad es la sede del Instituto Nacional de Arqueología). No se visitan
pero debes verlos por fuera e intentar "asomar la cabeza" para
atisbar la belleza de sus patios interiores.
Estos
son algunos de los monumentos que no puedes dejar de ver (al menos por fuera),
pero la medina de Túnez esconde otros muchos secretos entre calles y rincones
especialmente interesantes o encantadores. Descendiendo desde la Plaza del
Gobierno por la rue de la Kasbah llegarás al
misterioso Souk el Berka,
lugar donde los corsarios turcos vendía a sus prisioneros como esclavos.
Después del paso por tan siniestro lugar y avanzando por la calle DeJeloud
llegarás al Mausoleo de la princesa
Aziza, un pequeño palacio (parece una casa más) de gran belleza en su
interior. Rodeada de magníficos estucos y paneles cerámicos verás la tumba de
la princesa (muy querida por el pueblo) y la de su familia, esculpidas en
mármol.
Continuando
el recorrido, uno de los zocos que más llamará tu atención es el Souk de los
Tintoreros, a los que verás teñir sus piezas de tela y tenderlas en plena
calle. Muy cerca se encuentra la Mezquita
de los Tintoreros una de las más bonitas de la medina con su característico
minarete octogonal. Avanzando por esa misma calle descubrirás el palacio Dar Othman, un ejemplo arquitectónico
perfecto de residencia de los nobles tunecinos del siglo XVIII. Hoy en día es
la sede del organismo que se encarga de la conservación de la medina, por lo
que no se visita "oficialmente" pero puedes entrar. A pocos metros,
se encuentra una de las calles más pintorescas de la medina, la rue Andalous.
Para
pasar un día inolvidable en esta antigua ciudad llena de magia y misterio que
te trasportará a otra época, lo mejor es combinar los distintos lugares de
interés con el simple disfrute de empaparte del ambiente de los zocos. Curiosea
los mil artículos a tu alcance, regatea (fundamental) y descubre oficios
artesanos que seguramente no habías visto antes. Haz una parada en alguna de
las teterías que encontrarás por toda la medina, locales grandes, bulliciosos y,
muchas de ellas, antiguas casas decoradas con bonitos azulejos (¡ojo! algunas
son sólo para hombres) o anímate a entrar en alguno de los hammams (baños) para
descubrir cómo es de verdad el famoso baño turco. Puedes ir, por ejemplo, a el
Hammam El Kachachine, uno de los más antiguos, situado en pleno zoco de los
libreros (sólo hombres).
Además,
en tu paseo fíjate en otras de las construcciones que le han valido a la medina
ser Patrimonio de la Humanidad. Son muchísimos pero algunos de los más
interesantes son, por ejemplo, la hermosa Mezquita
de la Kasbah, en la animada plaza del mismo nombre, la Mezquita de Hammoude Pacha en la rue Sidi ben Arus o la Mezquita de El Ksar, una de las más
antiguas y en cuyo jardín podrás ver una muestra de arte funerario tunecino en
forma de distintas lápidas y pedestales con intrigantes inscripciones en árabe.
Para
regresar al siglo XXI, puedes abandonar la medina por alguna de las antiguas
puertas, Bab Jedid y Bab Bhar. Son parte de lo que fuera la antigua muralla. La
más importante es la segunda, la Puerta del Mar, más conocida como la Puerta de
Francia, punto separación entre la medina y la Nouvelle Ville, punto de
separación entre dos formas de entender la vida.
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